BASTANTE... no es suficiente
Cientos de cadáveres llevan mi nombre cansados de recorrer la senda de estos tiempos en vano, cadenas, prisiones, lamentos…la extinción de las aves y el vuelo.
Nada tan nefasto como este instante sin siquiera la vana sospecha del siguiente, empuñando el metal del olvido, y pudo ser una daga la que eligiera esa sombra pero fue una pluma y escribió poesía entonces todo tiempo siguiente fue poeta… y esto ya estaba escrito.
Bastante, esa palabra, una innecesaria mueca amistosa del idioma seguía apareciendo rígida, reflejada, inútilmente quieta, como el esqueleto de un molino o de un faro, y desde allí entonces recien poder volar como los pájaros… esos que buscaron por siglos a las pinceladas de Van Goht para dejarse poseer y ser al fin tu alma poeta.
Nada tan nefasto como este instante sin siquiera la vana sospecha del siguiente, empuñando el metal del olvido, y pudo ser una daga la que eligiera esa sombra pero fue una pluma y escribió poesía entonces todo tiempo siguiente fue poeta… y esto ya estaba escrito.
Bastante, esa palabra, una innecesaria mueca amistosa del idioma seguía apareciendo rígida, reflejada, inútilmente quieta, como el esqueleto de un molino o de un faro, y desde allí entonces recien poder volar como los pájaros… esos que buscaron por siglos a las pinceladas de Van Goht para dejarse poseer y ser al fin tu alma poeta.
Y he ahí el lenguaje, reposado, eterno sobre el rosado de los lapachos, y en bendición hacerse fuego luego sobre la arenilla de la tierra arada.
Y entonces el fuego rodará jugando sobre el surco y germinará la tarde sobre el río niño…
Bastante innecesario de nuevo, sobre el cansancio de mi espalda, sobre el brillo de mis párpados secos.
La noche calcula por bastante, e innecesario… sobre el patio como juez, afuera luna muestra su vientre de agua y apacigua el temporal...
Que serás entonces viejo amor, bastante innecesario por donde andarás me pregunto, el exceso nos ha vuelto invisibles y por ahí giramos sin manos evo amor, noche encantada… mientras las brujas recogen los alfileres clavados en vano, y aquí estamos sentados y fumando.
Tregua entonces... desde la luz de mi patio se elige puñal de aquel bando y es sagrado.
Desde aquí lo veo, el hombre y su ejército son solo sombras de lobos, o de mujeres en celo, el mundo un remolino de polvo, sin luz, sobre ese fondo.
Desde aquí lo veo, el hombre y su ejército son solo sombras de lobos, o de mujeres en celo, el mundo un remolino de polvo, sin luz, sobre ese fondo.