15 octubre 2012

La tormenta apacigua en mí vestigios de furia
(incierto camino de las horas en este mundo)
Irrebatible credo de los hombres creados desde el fondo de los siglos
con arena, sangre, pólvora y tiempo.

La tormenta, rompe rituales de pájaros
Que prueban a desgano las migas humedecidas
 que le deja la mano piadosa de los hombres
en alguna vereda.

Sobre el borde del reflejo, del espejo, del blando charco,
Lento aparece el rostro del ser mudo,
 todo pobreza, todo duda, paciente, sin gritar esa palabra
prohibida por el pecado.

En este pasaje, en este acto, en este rito…
La tormenta es empujada por el gorjeo de grises pájaros, diminutos,
 unos miles de ellos que abandonan las hojas húmedas de los árboles;
y ese canto aún incompleto es abandonado como una ofrenda
en las veredas del mundo…
como alimento para los hombres simples de este tiempo.

Ciego entonces!!! El mundo todo…
Oscuro inicio en el celaje hacia el sur
Con aguas reparadoras de ausencias.

Ciego entonces!! Olfateo tu cuerpo en celo mujer de los caprichos,
Única clave para seguir aún a tientas.
Cobarde siesta de la raza de los hombres todos,
Que húmedos pliegan sus alas,
Mientras las gotas caen en vano para bendecir
A las MALAS PALABRAS DE LA POESÍA.