05 noviembre 2013

El espejo es un sueño

El espejo es un sueño, pero también un camino a la verdad como algo que se va construyendo con el tiempo, intuye Nazareno, queriendo crecer para encontrar los secretos de la poesía del amor y de la vida misma.
Tiene el poeta la mirada fija sobre ese camino de letras que se la van apareciendo como si nada mágicas y sinceras… encontrase con él como lector nos obliga entonces a realizar un recorrido en sentido inverso, leer y disfrutarlo encontrando nuestros niños perdidos en la locura del día a día de nuestras realidades.
De ahí escapa esta poesía…nazareno dice “en la que me veo, primero en la imagen y luego me veo en mi libro” con esta sentencia absoluta no solo rompe esa imagen por nosotros que nos tuvo detenidos, sin saber para donde era al fin la búsqueda, sino que también rompe al tiempo… y su poesía rompe EL ESPEJO.
Aquí, en está orfandad que se presiente triste pero inevitable para ambos Poeta-lector, todas serán a partir de ahora sentencias, donde el joven escritor ya es poeta, por una imposición divina, aún fuera de su tiempo, aún fuera de su niño.
“Pensar en ella, muchas partes del día, es decir te amo, todas las veces que se pueda”, milagro poético que sucede en un espacio mínimo (divido en partes aparece el tiempo como si fuera en un juego), donde nazareno nos hace ingresar y luego no s susurra al oído con una voz mínima, casi de pájaro, para expresar lo que el mundo cobarde Calla.
Nazareno se ausenta pero nos deja una clave…el reflejo vuelve en mí Lector, pero el espejo refleja como soy y no lo que siento, la imagen es difusa, pero en ese espejo quiero verme, pero para ello “tendré que buscarme nuevos sueños para llenar el lugar de los sueños cumplidos”.
Nazareno, solo sabe de buscar letras, robadas y mal usadas por el mundo presumiendo que las encontrará puras, para alguien, tarea que lo devuelve terrenal, trabajador, anuncia su yo hombre, cuando me afeite, cuando sea más alto y mis voz sea diferente, contiene toda una intensidad increíble, en su pecho, en su edad, en sus ser, y no sabe que también es para nosotros.
En soledad poética, unos de estos días o estas noches que ya no abundan… Naza, tomará la pluma y luego tomará el espejo para preguntarse dónde está el ser que tiene guardadas todas las respuestas, para ir en busca de su amor (lector)y dirá “caminaremos en la arena y la huella de mis píes serán más grandes que ayer”, quizás ese día llegará cuando el niño dragón, príncipe y mendigo que es Naza y que somos, seamos dueños al fin de todas las palabras.
Gustavo Oviedo- (Poeta y escrito) 7 de marzo de 2013



02 noviembre 2013

La siembra

La obra es considerada de perfil compuesto o de recorrido visual continuado en ambos lados del muro.
Si bien la similitud más cercana con otras de las ramas del ate es la del cine o cinta de imágenes, el mural “La siembra” no reproduce alegorías de la institución que si bien lo merecen por su recorrido histórico que respaldan sus 77 años.
La obra artística decide aparecer contando lo que la institución y sus hombres reproducen en el silencio del contacto humano del hombre agricultor y la ciencia o el aporte de la tecnología.
La carga histórica es entonces del hombre y la tierra, su tierra, en ella aparecen sus mitos que son ancestrales la madre tierra-  mujer nativa, origen de la América, es la misma tierra que se abre luego de germinar el pensamiento de la floración, entonces el mural se abre en flores blancas de azahar.
En contraste con esa calma de oración antigua, irrumpe un sol americano, descompuesto del inca símbolo de la bandera nacional, no frunce el ceño como señal de la guerra o la valentía, sino que, es el resultado de todos las posibilidades del clima, la lluvia, el viento, la seca, el frío los impensado del destino de la siembra, los trascendente e inevitable del clima sobre la futura cosecha.
El fondo entonces de la primera parte es una bandera nacional que recrea e invita a un sentimiento patrio de la argentina, que debate su patria agrícola en el bicentenario para entregarnos “un pensamiento reflexivo, aún juvenil, con raíces en la tierra y las manos desafiando un dios tan solo cotidiano.
Una clave nos deja este primer muro, una naranja abierta, como un reflejo ante un espejo, como una figura que conecta las dos etapas del mural, no es un aporte de identidad local como se podría suponer, sino una simbología que explica el cruce, la llegada, el desembarco del europeo y el aporte tecnológico desde la semilla misma del citrus.
La otra conexión está dada por figura livianas etéreas de pájaros que atraviesan en primer plano el muro, pájaros curiosos del misterio del siembra, dejándonos sensación de siesta y calor sobre el surco que siempre se abre como una constante.
Las garzas ya en el plano interno levantan vuelo, es mediodía, sobre la curva de la loma, es el mundo de este lado de las cosas, un sapucay y un chamamé le dan alimento al paso del arado.
El silencio es total en el rojo horizonte, donde la madre tierra es mujer compañera para amamantar el fruto recogido.
Es un día simple sin embargo, que comienza con un silencio nacido desde las cortinas de los eucaliptos, metáfora de los pensamientos del hombre, en él una semilla existe como un milagro que da sus frutos, el cotidiano oficio de hacer las cosas con las manos sabias, de la ciencia y de la vida.