24 agosto 2006

cacería de las 23

¿Cómo quieres que exista mi poesía?, si no fuera por esta vocación de cacería en una ciudad vacía. Atrapando presas con formas disímiles, veredas rotas, árboles oscuros y sus sombras femeninas, paredes hastiadas de orines anónimos de hombres muertos en la mañana siguiente.
Y esta selva silenciosa, amarilla por las luces del otoño, y estos cruces casuales con restos de huesos dispersos, que van camino a llenar tierra santa, donde recién darán forma a un hombre solo hecho de olvidos.

Y otras formas reptiles, que musitan voces chicas y seguidas mueren atragantadas por el polvo de una casa en ruinas.Y esta casa humana, termina de esconder a mi paso la miseria, las derrotas, el alcohol, el delirio y aquí afuera nada pasa.
Solo mis pasos sobre mis pasos en esta ciudad de cacería, y éste disparo en la noche que enciende once campanadas e invita a despertar a los cuervos que hace un siglo anidan en esa altura.
Y nada es casual, derramado sobre un cielo de tormenta es letal el rayo de lo cuerdo, y con esto el pueblo se duerme.
Y entonces habito la noche vacía y narro par conectarte, para que al despertar no habites de nuevo ese vacío, que ahora es tarea de mi palabra llenarla, la que sale de mi boca besar tu encuentro.
¿O cómo crees que existe mi poesía?
Si no es con las pruebas de las presas degolladas de las horas, con la certeza tibia de la sangre, con el sueño que ronda tu ventana.
Sin entender mujer, habitaras los días de mi olvido, los siglos de mis esperas, y este absurdo capricho de mi cacería por los otros, porque en esta noche de ciudad vacía he matado a mi animal antes de que en el amanecer él lo hiciera conmigo, y con esto sobra para alimentar en la mañana al resto de los mortales que hoy leen mi poesía.

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