de fotos y letras

Desde el brillo vegetal, lugar desde donde empuja el viento, para enredar hasta el límite las mansas marcas de su cabello.
El cielo fractura su brillo y descubre la trampa de la historia, los brazos metálicos van en busca... para atraparla.La fruta endulza esa tarde... pero nada más.
La diosa nativa da a luz a un niño amarillo... y éste marcó el terreno para el presagio... para el salmo... final y animal... de la noche eterna.
Pero por el hueco preciso de los muros... todavía el verde empuja al viento.La moneda brilló insaciable hasta el incendio mismo de la nada.
Desde el recuerdo... las voces alejadas del hombre, las voces del inicio... encienden una braza pequeña... y otra y otra más...Y aparece el fuego que muerde, como el veneno.
El nuevo teatro aguarda... edificando con sus bloques de cielo, la resistencia abismal de las voces encontradas, voces que todavía no merecen ser degustadas, por los hombres necios de la luz.
La luz amanece apenas... sobre lo superior de el gran puerta...El habitante nuevo no termina de edificar su forma...Ya el atardecer... se cebó su último amargo mate... y desde la sombra fría de la noche...
El ojo único del cacique... revisa el brillo de su triangular espejo.

En la aldea, solo dos (2) luces se encienden...
El puerto abre su boca apenas su boca... en un bostezo casi virginal y extraño...
El instante está señalado.
La tierra descansa con la panza hinchada, sus pequeños pies van presintiendo el rocío sobre el pasto, y rebeldes árboles jugando en su patio.Con la timidez de la nueva raza... el libro pasajero aguarda sin ser escrito... aguarda mirando a la última montaña pintada de sol... entre la noche y la tarde.
Las puertas agrandan su misterio... sin usar cerraduras, ni cadenas... solo cielo, solo viento, como bloques inmensos.
En la otra orilla... el agua mansa pasa raspando las costillas dolidas del viejo muelle...
Casi fantasmal de un cáncer de alcohol... de agua... de tiempo... en la espera de la nueva palabra.