02 noviembre 2013

La siembra

La obra es considerada de perfil compuesto o de recorrido visual continuado en ambos lados del muro.
Si bien la similitud más cercana con otras de las ramas del ate es la del cine o cinta de imágenes, el mural “La siembra” no reproduce alegorías de la institución que si bien lo merecen por su recorrido histórico que respaldan sus 77 años.
La obra artística decide aparecer contando lo que la institución y sus hombres reproducen en el silencio del contacto humano del hombre agricultor y la ciencia o el aporte de la tecnología.
La carga histórica es entonces del hombre y la tierra, su tierra, en ella aparecen sus mitos que son ancestrales la madre tierra-  mujer nativa, origen de la América, es la misma tierra que se abre luego de germinar el pensamiento de la floración, entonces el mural se abre en flores blancas de azahar.
En contraste con esa calma de oración antigua, irrumpe un sol americano, descompuesto del inca símbolo de la bandera nacional, no frunce el ceño como señal de la guerra o la valentía, sino que, es el resultado de todos las posibilidades del clima, la lluvia, el viento, la seca, el frío los impensado del destino de la siembra, los trascendente e inevitable del clima sobre la futura cosecha.
El fondo entonces de la primera parte es una bandera nacional que recrea e invita a un sentimiento patrio de la argentina, que debate su patria agrícola en el bicentenario para entregarnos “un pensamiento reflexivo, aún juvenil, con raíces en la tierra y las manos desafiando un dios tan solo cotidiano.
Una clave nos deja este primer muro, una naranja abierta, como un reflejo ante un espejo, como una figura que conecta las dos etapas del mural, no es un aporte de identidad local como se podría suponer, sino una simbología que explica el cruce, la llegada, el desembarco del europeo y el aporte tecnológico desde la semilla misma del citrus.
La otra conexión está dada por figura livianas etéreas de pájaros que atraviesan en primer plano el muro, pájaros curiosos del misterio del siembra, dejándonos sensación de siesta y calor sobre el surco que siempre se abre como una constante.
Las garzas ya en el plano interno levantan vuelo, es mediodía, sobre la curva de la loma, es el mundo de este lado de las cosas, un sapucay y un chamamé le dan alimento al paso del arado.
El silencio es total en el rojo horizonte, donde la madre tierra es mujer compañera para amamantar el fruto recogido.
Es un día simple sin embargo, que comienza con un silencio nacido desde las cortinas de los eucaliptos, metáfora de los pensamientos del hombre, en él una semilla existe como un milagro que da sus frutos, el cotidiano oficio de hacer las cosas con las manos sabias, de la ciencia y de la vida.



0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal