el espejo y la noche de las dos palabras
En el suspiro final de una vela que resucita dioses y duendes, desde la misma tierra seca, y desde la redondez naranja de una luna que ya anticipa la tormenta, esa serpiente luminosa que rodea a la tierra y a este pedazo inexacto de vida...
La angustia constrictora que me acecha la vértebra central del corazón y del alma, se me va apagando en la distancia absoluta de un instante, digital, del último contacto...
Atascadas en la garganta de un trueno viajero, dos palabras mojadas recorren a destiempo de la calma el sentido circular de un encuentro, quizás con poca suerte.
A bocados húmedos, Dios, (si te parece) escupe lluvia y tabaco en una tierra ahora todo de agua.
La tierra sin mal enmudece a cada paso de la letra, en su silencio vegetal, que busca huérfano todavía, el regazo virginal de lo innombrable, de lo incontable, de lo indecible... preso de la absurda acumulación temprana de las imágenes.
El final de un cigarro amargo desfallece en la locura de una vereda, solo abandonado... (ya sin pedir monedas, otra vieja costumbre)
La sombra monstruosa de mi alma castigada, abandona su paciente postura, y va a golpearse contra las paredes calientes de un verano, sabiendo a ciencia cierta¡Que hay sangre, señores! En las manos del alma.
En el humo de la noche que les cuento, una princesa elige un carruaje de muerte y recorre por última vez la plaza, y la rosa abandonada absorbe su veneno, pero no germina, porque es sabido, que no se puede dar a luz en esta tierra a más hijos de la trampa.
Los falsos profetas recorren con mordazas, apretando bocas, desoyendo lenguas... y por tal nefasto trabajo, se escucha en el viento como caen en sus cuencos, 2, no más, quizás tres podridas monedas.
El juez esta vez, (el tiempo) bisexual ser, escribe con dos agujas la sentencia.Cascos de caballos alcoholizados sobrevuelan la tormenta, y sus jinetes escondiendo espadas y venganza... me muestran en mi cama la sentencia.
Triste noche que les cuento ¡Señores!
La muerte es una sombra que se debate incesante sobre la resistencia del cebo de una vela.
Monstruosa noche que les cuento, porque no habrá jamás testigos, porque es imposible presenciar lo sublime de un duelo, mortal de un razonamiento.
INCENDIO- PODREDUMBRE- OSAMENTA, sobre un campo santo de letras, un cementerio de palabras profanado, que van despertando como fantasmas ante la simple provocación de un orden negado en el origen, una mezcla pestilente que sale incansable de la tierra, y que no le queda otra que ir a crear a los hombres, aquello imperfecto... para un orden falso, anticipadamente falso.
Porque en la noche que les cuento, no podía caber otra cosa que el silencio, el absurdo silencio de la nada.
Y en esa noche entonces, se me aparece el espejo, para deformar al mismo hombre que yo creí conocer, y que creyeron conocer los otros seres.
Pero es en vano, el espejo delata mis cicatrices de otra vida, ausencia y muerte de otros tiempos, disparos en el medio de mi pecho, con reflejos invertidos de sangre, de pólvora, de envidia.
Pero el espejo, delata mis ojeras de noches de locura, esa que han visto la guerra, la ambición y que ya no lloran.Porque ya no es posible, porque ya es tarde, porque el espejo es el frío silencio de la noche, iluminado por la pequeña luz de un vela.
Porque en el reverso de la trama, el que me mira, es aquél que me detesta, es el Dios que de rodillas me ama.
Es porque en el pasaje hacia el eterno sendero de lo adverso...Ahora solo me miro, extrañado de soportar un mundo, de rayos, relámpagos, de tormenta, que me viene a buscar con la sentencia de muerte, nunca tan lejos de los hombres...
Y que ahora en esta noche que les cuento, en este instante de una calma, en el cenit de una vela, me deja de este lado de la vida una palabra, tan solo eso, y la otra me deja en el adverso, en el ahora mundo iluminado, del reflejo en el espejo.
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