ESPERAS
Esa redondez edípica de esos pechos, madre, tierra, naturaleza, rojo atardecer sobre las aguas, con criaturas hechas con el remanso, sentir que la tierra buscada viene navegando y nosotros ahí a punto de embarcar el sueño, solo eso, ese entresueño gris de los antepasados, del hambre y de la pólvora y esos ojos de niño apretado contra ese pecho héroe del desarraigo.
Entonces es dulce el primer amanecer sobre la proa, con el índice que nos marca esa candela dejándonos su estela como otra huella luminosa, en ese silencio nacía la América.
Entonces es dulce el primer amanecer sobre la proa, con el índice que nos marca esa candela dejándonos su estela como otra huella luminosa, en ese silencio nacía la América.
bendita esta paciencia de origen para esperar los viajes, las naves, la lengua, el regreso de las pájaros empujados desde el milagro de la noche, ese vuelo de esas gaviotas ciegas para poblar tierras al azar, ciegas en su vuelo, ciegas en sus juego, venidas desde el borde de las tormentas, sagradas estas aves de inventar los mares y el milagro del hombre cercano, del hombre poseedor de la esperanza.
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