14 noviembre 2022

PUERTO


En un solo punto cardinal anclado, sobre la luminosidad de un tardío y húmedo verano, sobre se naranja resplandor que no ve la ciudad, se levanta una pesada atmósfera atrapadora de historias y bichos casi invisibles resplandecen sobre charcos tirados a descuido sobre la cinta asfáltica, muda, gris, nada.

Los ojos de un cachorro revisa una secuencia de imágenes, fantasmas de esos hombres idos en sus funerales terrenales, tristes, memorial que cae también sobre el retazo de esta tarde.
Sien embargo un viento de lluvia trae del puerto, primero el vuelo de una tórtola con el pecho hinchado de lagrimear su tango, su blues, sobre ese muelle de alquitrán y quebracho, entonces si llega la plegaria “Tarja” de una veintena de mujeres, explotadas en sudor y vejamen, para cargar los barcos con naranjas ese trabajo “macho” hecho por ellas.
Es un viento del sudeste que contrasta con la humedad que deja hace horas la lluvia... la memoria del puerto de Bella Vista quita el velo de su romanticismo idiota, y nos piden a gritos la imagen de esas mujeres en celo de rabia, y luego nombrarlas con un grito, para darnos identidad, para redimirnos un poco menos bestias.

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