22 mayo 2018

“Chachito” un Gigante Invisible.


Yo venía derrapando de colegio en colegio, llegue al “nacio” una tarde, zapatillas caña alta roja, y corbata al tono tejida que cortaba recta, una modernidad de finales de los ochenta, a él pareció no importarle más de la cuenta, y pronto fui a su casa a tareas de geografía, me sorprendió con sus recortes de planetas y la vía láctea, escuché por primera vez la palabra Sersic, un amigo me dijo….tiempo después hicimos un corto tipo cine “cenizas y estrellas” donde el actuó e hizo de “pepito”, y arrojamos esas cenizas al cosmos, anticipándonos a todo este paso del tiempo.
Supo acomodarse sencillo para no desentonar, él siempre fue un “Caballero” de otra época, prolijo, amable, picante y ubicado en los cometarios y risas, siempre parece que sus dichos deberían llevar “comillas”, cada capítulo de su último libro es prueba de ello.
Como hacía ese tipo de contextura menuda, y con esa su tranquilidad de marca propia, llenar con suficiente valía histórica la dirección de La Huella, la presidencia de la Biblioteca, escribir documentos históricos, ahondar sobre Frondizi, sobre Quili Ruíz, leer a los poetas nuevos, y elegir poesías precisas para disfrutar con amigos, ahí radica el misterio de este pequeño Gigante.
Con Nancy Bianchetti (su amiga), rememoramos un nosotros, tuvimos la fortuna de habitarlo de a poco, con cuidado, a su ritmo, él nos hizo nosotros en esa magia de los papeles escritos a máquina, quizás de esos pensamientos nacidos detrás del desplegado diario la nación que tapaba todo su cuerpo, en la oficina en el sillón de su casa, esos pasos de duende de un diminuto mocasín marrón, que va y viene ahora por el pasillo de toda mi memoria, trayendo un bocadillo de elixir de la historia.
Es magia, entonces y no dolor, si fuera lo último tendría al fin olvido, cura, sanación…es otra cosa “Chachito”, es a decir de Shakespeare “estamos hechos de la misma sustancia que los sueños”, un sueño que se me va adhiriendo a la pared fría del alma, como esas enredaderas en flor de tu patio, con esa partitura, esas notas en clave de amor con Mimí, es la banda de sonido de esta película, y luego los hijos, Guito y Jorge, y nada alcanza, ningún homenaje, ningún bronce, tan solo el abrazo del entresueño y la vigila, instante donde todavía vive para siempre “Chachito” un pequeño Gigante, el caballero imprescindible.



0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal