ESCRIBIR O NO ESCRIBIR ?
Comencemos por el principio ¿Qué es escribir?. Según el diccionario escribir es varias cosas”es representar palabras e ideas con signos convencionales; es componer libros, discursos, etc; es marcar, señalar “lleva la preocupación escrita en la frente”; es comunicar por escrito.
La verdadera acepción, quizás sea una mezcla de todas las respuestas del diccionario, al menos cuando de escribir literatura se trata. Necesita de unas palabras e ideas representadas con signos convencionales (que permitan la comprensión al que lee), organizados con la intención con la intención de una composición (que puede ser una novela, una poesía un cuento). Debe tener la huella, la señal de quien escribe como si llevara una marca en la frente (el estilo del autor) y además, contener y revelar lo que quiso comunicar (el significado).
Eso para empezar, porque si es literario lleva el agregado de ser estético o bello.
Por todo eso es bien fácil; retroceder ante la escritura. Sobre todo para aquellos que somos lectores ávidos y asiduos ¿ Cómo encarar seriamente un fin que parece inalcanzable?.
Si bien todos sabemos representar palabras con signos convencionales-al menos todos los que alcanzamos a alfabetizarnos-eso no nos permite siquiera intentar comunicarnos por medio de una composición escrita que contenga nuestras marcas. Menos aún alcanzar la belleza.
Hay para éste impedimento algunas explicaciones. La primera es que “composiciones” nos remite de inmediato a la escuela o al colegio, donde se nos exponía a fracasar en nuestras dotes poéticas enfrentándonos de buenas a primera a “crear” (como si Dios hubiera hecho al hombre de la nada) fragmentos escritos que producían una dudosa inspiración, tales como “la vaca”o “el 25 de mayo”, en un acotad lapso de 40 minutos y a veces menos.
La segunda es que escribir a partir de la intención de comunicarse uno mismo se expone, nos expone.
La verdadera acepción, quizás sea una mezcla de todas las respuestas del diccionario, al menos cuando de escribir literatura se trata. Necesita de unas palabras e ideas representadas con signos convencionales (que permitan la comprensión al que lee), organizados con la intención con la intención de una composición (que puede ser una novela, una poesía un cuento). Debe tener la huella, la señal de quien escribe como si llevara una marca en la frente (el estilo del autor) y además, contener y revelar lo que quiso comunicar (el significado).
Eso para empezar, porque si es literario lleva el agregado de ser estético o bello.
Por todo eso es bien fácil; retroceder ante la escritura. Sobre todo para aquellos que somos lectores ávidos y asiduos ¿ Cómo encarar seriamente un fin que parece inalcanzable?.
Si bien todos sabemos representar palabras con signos convencionales-al menos todos los que alcanzamos a alfabetizarnos-eso no nos permite siquiera intentar comunicarnos por medio de una composición escrita que contenga nuestras marcas. Menos aún alcanzar la belleza.
Hay para éste impedimento algunas explicaciones. La primera es que “composiciones” nos remite de inmediato a la escuela o al colegio, donde se nos exponía a fracasar en nuestras dotes poéticas enfrentándonos de buenas a primera a “crear” (como si Dios hubiera hecho al hombre de la nada) fragmentos escritos que producían una dudosa inspiración, tales como “la vaca”o “el 25 de mayo”, en un acotad lapso de 40 minutos y a veces menos.
La segunda es que escribir a partir de la intención de comunicarse uno mismo se expone, nos expone.
Es posible que hayamos pasado por una etapa en la que escribíamos emociones y pareceres. Hasta es posible que tengamos, muy bien escondidos, aquellos papeles en la actualidad. Los más osados, puede que continúen con la actividad a lo largo de la vida pero, la mayoría de las veces, manteniendo el tono de secreto guardado par develarse a los más íntimos, o a nadie.
Las excepciones responden a algún azaroso mérito logrado en el hogar, las instituciones y/o los pares, razón que le permite al honrado mostrarse sin tapujos (porque lo hace bien), pararse ante las letras desde una posición de experto y comenzar a recorrer el camino de lo escrito en una postura bípeda ventajosa en un extremo cuando el objetivo es avanzar.
Es el mito del escritor. El resto nos arrastra entere papeles y palabras. Avergonzados, nos conformamos con leer, que nos da placer y le estamos agradecidos a la casta de “elegidos”.
Después de todo, no es para cualquiera.
¿Será que somos cualquiera?
Pero a pesar de los temores nos es posible reconocer que la lectura es sólo un aspecto del código escrito. No parece difícil reconocer que un espectador de fútbol o tenis que jamás practicó ese deporte es diferente de otro que lo practica habitualmente. Quien pasa o pasó por la cancha cuenta con recursos diferentes de quien se mantiene en posición de mero espectador. La escritura no difiere demasiado en cuanto a esto, quien la explora como lector está ateniéndose sólo a unos aspectos de la misma y eso limita las condiciones de apropiación.
Levantarse y andar.
Componer es formar de varias cosas una, juntándolas y colocándolas con orden; es ajustar y concordar. Es decir, es una práctica . factible de transcurrirla lúdicamente y en sociedad. Con otros “practicantes”, que establezcan nuestras mismas búsquedas, se hace posible comparar, compartir, acordar, enriquecer. Sin necesidad de esconderse aunque nos lleve un tiempo acostumbrarnos.
La exploración, la selección, la nominación de las piezas a reunir es de lo que se trata la práctica que causa, ocasiona, engendra la propia escritura, la que tiene nuestra marca y nos comunica. La vedada, la creativa. Transitarla nos posibilita ampliar la frontera, pasar de la tribuna a jugar el partido.
Eso no implica la pretensión de ser campeón internacional.
Tampoco nos impide disfrutar del “picado”.
En cuanto a la belleza.... es como ganar el partido, un poco de azar y mucho de transpirar la camiseta.
(Publicado en la Revista el Nuevo Libre ).
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