04 septiembre 2006

SECUENCIA INCOMPLETA





UNA SIESTA...
Comprendí después de tres décadas que las condiciones del clima en la vida era solo una simple cosa pasajera.
Camino por estas calles con unos cuarenta grados y en horas de la siesta ni siquiera merecía el mínimo comentario.
La única historia posible en estas tierras calientes, era intentar de alguna manera que el tiempo transcurriera, romper esa impresión que daba por días, por meses y a veces por años de que el tiempo se detenía, otras mortalmente con todos sus habitantes adentro.





UNA NOCHE...
Un perro de casería recorre como un fantasma en sombra, tratando de atrapar presas invisibles de viento fresco, en el hueco de una noche de estrellas poco humanas iluminada por una luna de agua.
¿Que será de los hombres?
Esa otra extraña sentencia que recorre la ficción de la faz de la tierra para descubrir rostros, que solo saben alejarse como empujados por terribles tormentas emocionales.
¿De quién será la tarea de unir?
Si los dioses se sacan de encima la tarea, y errantes vagan como falsos profetas de esos que abundan estas realidades, pisando basurales repletos de palabras mortales.








UNA TARDE
“No habrá transcurrido ni siquiera un siglo, desde que aquél pequeño pájaro detuviera con su canto a la lluvia y al trueno.
Situado en esa nueva concepción de su espacio sonoro “el mundo de su pecho”.
Con ese código de su canto, ahora soy yo el que invento vuelos en el humo, plumas en las nubes, y luego espero en la feroz claridad del inicio de esta tarde.
Porque con el trueno partiste una tarde, y con esa lejana lluvia eterna fue tu despedida, solo el rayo estuvo ausente y mudo en esa imagen.
Pero ahora el pequeño pájaro y yo, cantamos secando gotas y apaciguando truenos en el tiempo del pecho y de la calma, aguardando el instante sagrado del rayo de tu regreso”.

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