Del maldito arte de escribir...y la cultura
Realidades inmensamente aplastantes sobreviven en la humedad de este final de lluvias, sobre una cinta difusa hay un viaje casi infinito a buscar la llama de un contacto, de entre fósiles pensamientos de una civilización moderna, de muertes veloces y de sustancia escasa.
Deforme es el hallazgo siempre en un hueco de esa máquina que escuché que llaman tiempo.
Bajo con la luz encendida de mi lámpara, y hallo en el suelo dibujado un triángulo A y B en la base, y una secuencia mínima de energía los une, como una necesidad precaria de subsistencia, yo diría de lástima de construir destinos con bases tan endebles.
En el ángulo superior estaba inversamente la letra C, la que impartía y elevaba el debate de vez en cuando, y dos líneas en secuencia, fragmentadas, tímidas para conexión e intercambio, eso era todo se los juro, para que agregar ese olor nauseabundo de tripas secas, de estiércol carroñero, de tiempo en salvar ese símbolo ahora muerto, ahora inmóvil.
A eso se animaban a llamar cultura, a una fórmula acabada, en comunicación de mínima frecuencia, en un estado vegetal, con hojas secas de un cerebro viejo, harto preciso como la piedra de los diez mandamientos, sin una semilla, sin una gota de savia, un goteo mezquino en espiral, que iba y venía sobre las paredes de ese preciso triángulo, y todo ahí abajo, en esa profundidad inmediata del ser.
Escucho el rechinar de las cadenas y esa roldada en el medio de la noche, y la cubeta en busca de esa sabia ausente…sonidos de piedras, devuelve la nada.
Y muerto de sed entonces abandono ese exilio, con la boca seca, con los ojos desorbitados, con la mente analfabeta…y levanto las manos en el delirio y encuentro flores amarillas para otro funeral, que ya no es el mío, y arranco una fruta que madura en mi boca y beso ese contacto, en una frecuencia más alta y superior, que estaba a dos renglones de distancia.
Deforme es el hallazgo siempre en un hueco de esa máquina que escuché que llaman tiempo.
Bajo con la luz encendida de mi lámpara, y hallo en el suelo dibujado un triángulo A y B en la base, y una secuencia mínima de energía los une, como una necesidad precaria de subsistencia, yo diría de lástima de construir destinos con bases tan endebles.
En el ángulo superior estaba inversamente la letra C, la que impartía y elevaba el debate de vez en cuando, y dos líneas en secuencia, fragmentadas, tímidas para conexión e intercambio, eso era todo se los juro, para que agregar ese olor nauseabundo de tripas secas, de estiércol carroñero, de tiempo en salvar ese símbolo ahora muerto, ahora inmóvil.
A eso se animaban a llamar cultura, a una fórmula acabada, en comunicación de mínima frecuencia, en un estado vegetal, con hojas secas de un cerebro viejo, harto preciso como la piedra de los diez mandamientos, sin una semilla, sin una gota de savia, un goteo mezquino en espiral, que iba y venía sobre las paredes de ese preciso triángulo, y todo ahí abajo, en esa profundidad inmediata del ser.
Escucho el rechinar de las cadenas y esa roldada en el medio de la noche, y la cubeta en busca de esa sabia ausente…sonidos de piedras, devuelve la nada.
Y muerto de sed entonces abandono ese exilio, con la boca seca, con los ojos desorbitados, con la mente analfabeta…y levanto las manos en el delirio y encuentro flores amarillas para otro funeral, que ya no es el mío, y arranco una fruta que madura en mi boca y beso ese contacto, en una frecuencia más alta y superior, que estaba a dos renglones de distancia.
1 Comentarios:
es uregemte una respuesta precisa sobre como hacer para que las creaciones del hombre no destruyan al hombre que las creo.-
la persona no puede ser rehen de sus descubrimientos, querido amigo.-
saludos ernesto
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