INSOMNIO VACUNO (tema libre la vaca)
Con cierto humor podía comentar de aquella hazaña, la de haber atravesado otra noche y su insomnio, como si fuera solo un detalle menor ahora ante estos rayos del sol y rodeados de estos hombres con cara de borradores a mano alzada.
Pero la certidumbre de perder la vida en esa somnolencia es para pocos experiencia comprobada y esta no habrá sido una simple noche más, pegada estaba a su madruga, pegada a los últimos ruidos y ese residuo de las horas comunes, aquí había un pozo de tiempo con una cuota abismal de silencio, un vértigo infernal que me hizo tocar el sexo de la mujer que dormía al lado mío, en esa humedad escuché gemidos animales como si fuera una mutación en alguna fiera desconocida, sospechaba sin embargo que esto no era casual, la luna como una media fruta amarilla flotaba y se elevaba curvando el punto “g” digamos de esta noche, en ascenso a gran velocidad lo pude comprobar un poco más tarde cuando caminaba ya en la fiebre, la ferocidad de este detalle de humedad y sexo no serán jamás duplicados, la bestialidad original le daban esos perros que ladraban, que eran únicos y presentían la ceremonia instintiva, de ese olor que estaba lejos del entendimiento mío y presumo de un planeta de hombres y de sus hembras-noche.
Aquí el insomnio merecerá un calificativo y luego tendrá su olvido, para eso será descrito insistentemente hasta la descalificación mas ruin que merezca, porque el olvido no es la pérdida momentánea de algo, allí siempre reside esa idea de que algo volverá a ser hallado en otro momento, en cambio en la descalificación que anoto está la repetición como mecanismo de defensa, para matar lentamente ese cuerpo-letra-objeto-tiempo-estupidez en que esa noche me había convertido.
“insomnio vacuno”, la triste concepción de poseer la percepción de la noche desde ese estado bovino y rumiante, con los ojos caídos, sin agresividad externa del mercurio de otras vigilias, nada más que el silencio, la náusea tibia de saber que algún pensamiento anterior o futuro solo daban vueltas sin alcanzar sobresalto alguno.
El rumiar de esas ideas muertas que envenenaban la circulación interna de mi cuerpo-vaca obesa, incapaz de conectar algo de ese opio que debe ser el mensaje de la noche, la guerra que vencería al insomnio y que me haría por lo menos mendigo, príncipe, puto, o gallo testigo de ordenar el tiempo inconsciente aún de poseerlo.
Sobre el lado izquierdo de mi cama, penetraba la luz por la ventana como algo absolutamente extraño, más distante las estrellas acomodaban sus órbitas, el mundo intentaba hacerme algún lugar con una mísera limosna de un razonamiento.
Mientras tanto yo…
De pié esperaba la muerte, de pié esperaba que el sueño viniera o la mañana, para una vaca-hombre debe ser lo mismo…
Rumiaba este mundo por ahora con todo su mundo adentro.
Pero la certidumbre de perder la vida en esa somnolencia es para pocos experiencia comprobada y esta no habrá sido una simple noche más, pegada estaba a su madruga, pegada a los últimos ruidos y ese residuo de las horas comunes, aquí había un pozo de tiempo con una cuota abismal de silencio, un vértigo infernal que me hizo tocar el sexo de la mujer que dormía al lado mío, en esa humedad escuché gemidos animales como si fuera una mutación en alguna fiera desconocida, sospechaba sin embargo que esto no era casual, la luna como una media fruta amarilla flotaba y se elevaba curvando el punto “g” digamos de esta noche, en ascenso a gran velocidad lo pude comprobar un poco más tarde cuando caminaba ya en la fiebre, la ferocidad de este detalle de humedad y sexo no serán jamás duplicados, la bestialidad original le daban esos perros que ladraban, que eran únicos y presentían la ceremonia instintiva, de ese olor que estaba lejos del entendimiento mío y presumo de un planeta de hombres y de sus hembras-noche.
Aquí el insomnio merecerá un calificativo y luego tendrá su olvido, para eso será descrito insistentemente hasta la descalificación mas ruin que merezca, porque el olvido no es la pérdida momentánea de algo, allí siempre reside esa idea de que algo volverá a ser hallado en otro momento, en cambio en la descalificación que anoto está la repetición como mecanismo de defensa, para matar lentamente ese cuerpo-letra-objeto-tiempo-estupidez en que esa noche me había convertido.
“insomnio vacuno”, la triste concepción de poseer la percepción de la noche desde ese estado bovino y rumiante, con los ojos caídos, sin agresividad externa del mercurio de otras vigilias, nada más que el silencio, la náusea tibia de saber que algún pensamiento anterior o futuro solo daban vueltas sin alcanzar sobresalto alguno.
El rumiar de esas ideas muertas que envenenaban la circulación interna de mi cuerpo-vaca obesa, incapaz de conectar algo de ese opio que debe ser el mensaje de la noche, la guerra que vencería al insomnio y que me haría por lo menos mendigo, príncipe, puto, o gallo testigo de ordenar el tiempo inconsciente aún de poseerlo.
Sobre el lado izquierdo de mi cama, penetraba la luz por la ventana como algo absolutamente extraño, más distante las estrellas acomodaban sus órbitas, el mundo intentaba hacerme algún lugar con una mísera limosna de un razonamiento.
Mientras tanto yo…
De pié esperaba la muerte, de pié esperaba que el sueño viniera o la mañana, para una vaca-hombre debe ser lo mismo…
Rumiaba este mundo por ahora con todo su mundo adentro.
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